El fruto de todo cristiano es otro cristiano. No debemos conformarnos con llevar a los nuevos a un momento de decisión y confesión; nuestro deber es instruirlos y hacer de ellos unos discípulos que estén capacitados para enseñar también a otros (2 de Timoteo 2:2) Este es el secreto del crecimiento de la Iglesia Primitiva.